A veces sucede en la vida, porque sucede, y es algo inevitable, que nos perdemos, que vamos desorientados, aturdidos, deambulando por el mundo, y que vamos a tientas, a ciegas, y sin sentido.
Puede que sea porque hemos perdido un trabajo. Otras porque hemos roto con nuestra pareja. O porque se nos ha muerto un familiar. Y en ese momento, nuestro mundo se derrumba, y se descompone en cachitos pequeños. Y entonces, no nos reconocemos. Nos volvemos un extraño de nosotros mismos. Y entonces hay una pregunta que se filtra dentro de tu piel, y empieza a repiquetear en tu cabeza: ¿Y ahora qué? ¿Y ahora qué? ¿Y ahora qué? Ahora es tiempo para ti. Tiempo para regalarte. Para cuidarte y mimarte. De darte besos y abrazos. Para hacerte un bizcocho. O un zumo de naranja. O andar por la playa con el sol en tu cara. Quizás, si has perdido el trabajo, es el momento para poner ruedas a tu sueño, y que empiece a correr pendiente abajo. Quizás, es hora de hacer ese viaje tan ansiado a esa montaña tan alta. O apuntarte a ese curso de inglés. Haz cosas que te emocionan, esas cosas tuyas, tan tuyas, que te dan paz, y que te dan bienestar, que te ofrecen armonía y serenidad. Porque son el bálsamo para tu alma. Son tu pomada. ¿Y ahora qué? Ahora es tiempo para conocerte. Para reinventarte. Para volver a nacer. Para volver a brillar. Y dicho esto, os dejo un pequeño poema titulado “El amor después del amor”, de Derek Walcott, y así te cantes a ti mismo. Llegará el día en que, exultante, te vas a saludar a ti mismo al llegar a tu propia puerta, en tu propio espejo, y cada uno sonreirá a la bienvenida del otro, y dirá, siéntate aquí. Come. Otra vez amarás al extraño que fuiste para ti. Dale vino. Dale pan. Devuélvele el corazón a tu corazón, a ese extraño que te ha amado toda tu vida, a quien ignoraste por otro, y que te conoce de memoria. Baja las cartas de amor de los estantes, las fotos, las notas desesperadas, arranca tu propia imagen del espejo. Siéntate. Celebra tu vida.
0 Comentarios
Deja una respuesta. |