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Mi cuerpo es mi templo. Mi refugio. Mi guarida. Por eso le cuido, le mimo, y le protejo de los malos vientos, y los ojos negros. Pero eso, es ahora. Porque antes, mucho tiempo antes, cuando aún ignoraba la magnitud y la inmensidad de la belleza, del dolor y de la vida, cuando aún el mundo era redondo y sin grietas, sólo pensaba. Era mente. Razón. Intelecto. Y el cuerpo olvidado, oxidado, hecho un harapo. El único objetivo: estudiar. Estudiar. Estudiar. Ser psicóloga. Y después de 6 años, después de muchos “No”, después de negarme muchas experiencias, obtuve mi graduación. ¡Perfecto! ¡Felicidades! Ahora ha llegado la hora, el momento, de integrar mi mente y mi cuerpo, de ser UNA. No quiero que con el paso del tiempo convertirme en un rehén de mi cuerpo. Por eso, ahora, voy a paso lento, despertándolo, desentumeciendo mis músculos, y sintiendo al máximo la vigorosidad del corazón, su bum-bum. Y es así, cómo he empezado con Yoga, para conocer más el lugar que habito, y airearlo, y abrirlo y expandirlo. Porque la vida es movimiento, y si agito, sacudo y meneo mi cuerpo, es el destello que la vida prosigue, persiste y dura. Siempre tenaz. Y también, vuelvo a la palabra, y con la palabra, a mi voz. Y a este lugar. Porque quiero brillar. Y haceros brillar. "La fuerza no proviene de la capacidad física sino de una voluntad indomable".
Mahatma Gandhi ¿Has visto este pequeño cachito de película? Va, no lo dejes para más tarde, míralo, y después me sigues leyendo. ¡Gracias! Como habrás leído debajo de youtube, se titula “Hacía rutas salvajes”. Es una película hermosa. Bella. Majestuosa por las escenas de la naturaleza. Y grande por la historia. Me gusta mucho la apreciación que hace sobre el ser fuerte y sentirse fuerte. Me recuerda al cuento de Jorge Bucay, “El elefante encadenado”. Puedes ser fuerte, pero no sentirlo. Puedes tener la fortaleza de cuatro huracanes y tres tempestades dentro de tu pecho y tu garganta, y en cambio, no apreciar esa energía que contienes. Somos lo que creemos. Somos lo que pensamos. ¿Y cómo llegamos a creer lo que somos? Aquí hay multitud de opiniones de cómo construimos nuestra identidad, desde la visión constructivista que nos viene a decir que es por la manera en cómo nos describimos y nos vemos nosotros mismos, como la visión construccionista, que nos explica que es una realidad construida por la interacción con los de nuestro alrededor. ¿Quién tiene razón? Para mí ambas. Nuestra identidad es una suma de estas dos visiones. Por un lado somos todas esas etiquetas que nos hemos puesto “soy alegre, soy inútil, soy torpe, soy lista”, como también esa realidad que nos han hecho creer que somos, ya sea para bien o para mal, ya sea verdad o mentira, pero que de manera inevitable está ejerciendo un poder sobre nosotros. Tan sólo hace falta recordar la famosa frase de Goobles: “una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”. Por eso, me gustaría que reflexionarás sobre todas esas etiquetas limitantes que tienes y dime: ¿Qué tipo de mentiras te estás contando sobre lo que tú vales? Hoy antes que nada, os quiero proponer un juego, un pequeño juego muy sencillo. Y… ¿Qué vais a necesitar? Coged una hoja, un boli, un cronometro, y vuestras dos manos. Con eso será más que suficiente.
Ahora a continuación dividid el folio en dos. Da igual si es en horizontal o vertical. En este caso, lo importante es que tengáis dos partes. Sí, ¿lo tenéis ya? ¡Perfecto! Coged el boli con la mano contraria con la que soléis escribir, es decir, si generalmente escribís con la derecha, hacerlo con izquierda, y mis queridos zurdos, vosotr@s, coged el boli con la derecha. Poned también el cronómetro en marcha, y escribid tres veces la siguiente frase: “Uso mis fortalezas cada día” ¿Cuánto habéis tardado?, ¿cómo os habéis sentido? ¿Qué habéis pensado? Ahora a continuación, haced lo mismo con vuestra mano habitual, con la que siempre escribís. Y os vuelvo a preguntar, otra vez lo mismo, ¿cuánto habéis tardado?, ¿cómo os habéis sentido?, ¿Qué habéis pensado? ¿alguna diferencia? Supongo que con vuestra mano natural os habéis sentido comod@s, y muy flow, y que en cambio la primera vez que habéis realizado el ejercicio con vuestra mano contraria, os habréis sentido un poco inútiles y algo torpes, que el tiempo habrá sido muy superior con respecto a vuestra mano natural, y que además el tiempo invertido es bastante significativo. Dicho esto , ¿creéis vosotros que podrías aprender con vuestra mano contraria? Yo creo que sí, pero para conseguirlo tendríamos que invertir tiempo y esfuerzo. De hecho, soy zurda, y cuando era más pequeña, quise ser como la mayoría, por eso estuve dos tardes intentando ser como el resto, (quizás fueron más o incluso tan sólo una tarde, pero ya sabéis que los recuerdos con el tiempo son algo elásticos y varían). Y en la última tarde, pensé “Judit, ¿por qué estás aquí perdiendo el tiempo si puedes hacer los deberes como los demás? ¿Por qué no te vas a ver la Arale? Y claro, la Arale, por aquel entonces tenía mucho poder en mí, y no me pude resistir a mi propia proposición mental, así que cogí pan y chocolate y empecé a ver los dibujos. Y ¿por qué os he hecho este ejercicio, y os cuento está mi historia? Porque a veces centramos nuestra atención en corregir nuestros defectos y nuestras debilidades, con la pretensión de mejorar, de ser así seres más completos, y redondos, pero cuando hacemos eso: vamos a contra natura. Evidentemente que podemos adquirir nuevas habilidades, nuevas destrezas y nuevos conocimientos, of course. ;) ¿Podría haber hecho ingeniería química? Sí, pero probablemente en lugar de cuatro años, hubiera necesitado ocho, y estoy segura que hubiera sufrido, y mucho, porque los números no son lo mío, no es mi talento natural. Lo mío definitivamente son las letras y las personas. Y ¿cómo lo sé? Aquí os dejo algunas pistas que me han llevado a está conclusión, y que te podrán ayudar a reconocer cuáles son los tuyos.
Por eso os animo a utilizar vuestros talentos, porque ellos son vuestras fortalezas. ¿Cuáles son tus talentos? ¿Los pones en marcha cada día? ¡Venga, a que esperas! Las personas que brillan también lloran. Lloran porque no se encuentran. Lloran porque se sienten perdidas, extraviados de la vida, creyendo que está vida es un cuento sinsentido. Lloran porque se les rompe un vaso, y el vaso se rompe en mil pedazos, y los pedazos quedan esparcidos por el suelo.
Lloran porque después se rompen por dentro. Lloran porque les han dicho una, dos, tres, y hasta diez veces no. Y se sienten tontas, tristes, vacías, y huecos y entonces de repente, la muerte se les cuela por dentro. Las personas que brillan lloran, y a veces lloran sin consuelo, sin descanso y sin aliento. Lloran por las arrugas de los padres que envejecen a paso lento. Lloran por el suicidio del vecino del quinto. Lloran por un trabajo. Lloran con mocos. Y otras sin lágrimas. Lloran por todo. Y a veces por nada. Lloran y gritan. Y otras se callan. Lloran porque se tropiezan, porque se caen, por las heridas de vida que escuecen y sangran. Heridas que soplan y lamen para curarlas. Lloran porque se les pudren los sueños y los proyectos, porque su ilusión se ha hecho esguince, y sus quimeras están durmiéndose una siesta. Y lloran y lloran, y continúan llorando, y se les acaba la fuerza de cazar monstruos y fantasmas. Porque las personas que brillan son humanas. Demasiada humanas. Este mini-texto lo escribí este viernes: 14 de febrero. Quizás en lugar de decir que lo escribí, tendría que decir que se escurrió de mis manos, porque fue así. No lo pensé. Fue un goteo de palabras. Y es que tenía el día revuelto, y exceso de lluvia por dentro. He tenido muchas dudas a la hora de publicarlo, ya que entiendo este espacio como un lugar limpio, blanco y transparente, hecho para brillar. Para ayudar a convertirnos en estrellas. En estrellas de fútbol, de cine, o estrellas de barrio. La cuestión es brillar. Y eso tan sólo, lo podemos hacer si somos auténticos. Por eso he decidido publicarlo. Para reivindicar la tristeza. Para darle voz, cuerpo y alas. Porque la vida está llena de contrastes. Porque la vida no es lineal. Porque a veces sale el sol, y otras llueve, y otras hace viento. El viernes acepté mi emoción. El viernes lloré a moco tendido. No llamé a nadie. No salí a correr. No la tapone de ninguna de las maneras posibles. Sólo la sentí. Porque después todo pasa. Como dice Lorca en uno de sus poemas: “Lo demás todo pasa. Rubor sin nombre ya. Astro perpetuo” Del networking se habla mucho, y por ende, también se escribe mucho sobre él. Definiciones, también hay varias, y de lo más variopintas, pero ¿qué es networking? me preguntas mientras clavas en mi pupila tu pupila azul ____ (vale, vale, insertar aquí el color de cada uno, pero recordad que la VO es azul ).“Networking”, es lo que todo el mundo te dice que hagas. Estás buscando trabajo, y entonces te dicen “haz networking”. Vas a abrir un negocio, y te dicen “haz networking”.
Networking es trabajar tu red de contactos Eso es el networking. O es tal y cómo nos lo presentan. Dicen que nos ayudará a mejorar la posición social, a buscar nuevos proveedores, a conocer la competencia, o incluso a iniciar un negocio. Y sí, absolutamente tienen razón, pero los anglicismos y yo, nunca nos hemos llevado bien. Y es que además esa palabra no cabe en este mundo pequeño en el que vivo. Por eso, para mi networking, en este mundo de azúcar, y de palabras cortas es: Tratar bien a las personas que me voy encontrado por el camino: tratarlas siempre con respecto, con amabilidad, mirarlas a los ojos, e interesarme por lo que me cuenta, por lo que me explica. Y ver en ella su individualidad, aquello que le hace única y especial. Construir una relación sincera, real y honesta: ver a la persona en su totalidad y globalidad sin ningún tipo de pretensión u objetivo. No pienses que puede convertirse en un cliente potencial. Siéntela desde el corazón. Desde el corazón rojo. Dar la mano: ayudarla de manera desinteresada, ayudarla por quien es, por el valor de ser persona. Ayudar al compañer@ de trabajo. A los amigos. A la familia. Ayudar al camarero a guardar las mesas a las 3:00 de la mañana, o a la dependienta en pleno mes de enero en el boom de las rebajas. En definitiva, haz el bien y no mires a quien ;) Compartir: Compartir tus talentos. Compartir lo que sabes. Compartir ideas. Compartir lo que tienes. Compartir las ofertas que te llegan. Porque compartir es sumar. Saber pedir: saber qué es aquello que necesitas, y quieres, y decírselo, gritarlo a los cuatro vientos. ¿Qué te has quedado sin trabajo? Dilo a todo el mundo. A todas esas personas que te has ido encontrado por el camino, que lo sepan, haz llegar lo que ahora pretendes. Recordar a las personas: se trata de pensarlos, de escribirles un email, o enviarles esa canción que ahora mismo te ha llevado a su nombre. De sorprenderles. De hacerlos sentir especial. De hacerlos sentir únicos. Porque lo son. Como decía Galeano: recordar es volver a pasar por el corazón. Y este es mi networking. Un networking que nace del corazón ¿me ayudas a compartirlo? Foto: Gorka Goita He de confesar una cosa: yo nunca, nunca me había pintado las uñas. Me parecía un engorro, algo incomodo, y sobretodo una especie de esclavitud si las querías llevar bien. Y ya tenía suficiente con depilarme, el tinte, y otras encrucijadas varías para estar decente.
Pero entonces sucedió que en la estantería de mi hermana me encontré un esmalte rojo. Un rojo que nunca antes había visto. Inmenso. Intenso. Como las fresas. Como las piruletas. Como el corazón. Y caí en sus garras. Desde aquel momento me pinto las uñas. Y es que descubrí, que esa tarea tan baladí, produce un efecto hipnótico, y tranquilizante. Descubrí, que pintarse las uñas relaja, y calma la mente. Por eso, cuando estoy nerviosa, o el estrés me pellizca, entonces me pinto las uñas. Y ¿por qué me ayuda tanto? Porque esa tarea me obliga a practicar el mindfulness. Y ¿qué es eso? Jon Kabat-Zinn, uno de los referentes mundiales de está técnica comenta qué es “prestar atención de manera consciente a la experiencia del momento presente con interés, curiosidad y aceptación”. Así que vayamos por pasos: Práctico la atención total y absoluta: si lo quieres hacer bien, no te queda más remedio que prestar atención, y una atención plena y consciente, para que el pincel no se te escape, y se te salga de la uña. Momento presente: realizo una actividad, en el aquí y en el ahora, el hecho de que sea una tarea tan minuciosa, me obliga a centrarme, y a apiñar todos mis sentidos en una cosa: sí, a pintarme las uñas. Entregada a una causa: en estos tiempos que corren, donde el multitasking es lo que impera, donde tenemos un millón de pestañitas abiertas, y el whatsapp reclamándote, cuando te pintas las uñas, sólo puedes hacer, única y exclusivamente eso. Lentitud: al ser una tarea minuciosa, y donde requiere el detalle, necesitas hacerlo poco a poco, a paso lento, con destreza. Sin juicios: no evalúo, no reacciono, tan sólo disfruto. Por eso, desde aquel día siempre voy con las uñas pintadas ;). Porque me ayuda a relajarme. A calmar mi mente. ¿En qué otras actividades ponéis vuestra atención plena y consciente? En el anterior post hablé de las pérdidas, de cómo afrontarlas, de cuidarnos y mimarnos, y a partir de ahí empecé a pensar, que una pérdida es una herida, un hueco y un vacío.
A las heridas de la piel les prestamos atención, por el mero hecho de que son visibles, porque las vemos, porque sangran, y por qué vemos, como poco a poco, van cicatrizándose. A las heridas de la piel, las cuidamos. Les ponemos Betadine, una gasa por encima, alcohol, o agua oxigenada. E incluso vamos al médico, para que nos dé un vistazo, para que nos dé una opinión. En el II Congreso Nacional de Heridas y Cicatrización que organizó la Sociedad Española de Heridas (SEHER) en el 2012, hablaron de los falsos mitos, de aquellas creencias erróneas que tenemos sobre las heridas, y aquí os quiero dejar dos, que me han parecido muy significativos: "Es un rasguño sin importancia" Falso. Todas las heridas precisan de atención de la posible hemorragia, el dolor y un tratamiento local que favorezca la cicatrización, de tal forma que incluso las de menor gravedad deben ser consideradas, aunque sea a menor escala. "Las heridas no se lavan" Otro de los errores más comunes cuando se produce una herida es pensar que no hace falta lavarla; nada más lejos de la realidad, según apuntan los expertos. El principal componente del cuerpo humano es el agua, y es por ello que la humedad en su justa medida ayuda a la cicatrización, además de impedir que se produzca una posible infección. Desde mi punto de vista, ambas son aplicables también a nuestras heridas emocionales. Por eso, cuando tengas una, por pequeña que sea, cuídala, y no le restes importancia. Préstale atención. Atiéndela. Y si te duele, o te pellizca por dentro, acude a un profesional especializado para las heridas del alma, porque al final, no son tan diferentes de las de la piel ;). ¿Cómo cuidas tus heridas emocionales? A veces sucede en la vida, porque sucede, y es algo inevitable, que nos perdemos, que vamos desorientados, aturdidos, deambulando por el mundo, y que vamos a tientas, a ciegas, y sin sentido.
Puede que sea porque hemos perdido un trabajo. Otras porque hemos roto con nuestra pareja. O porque se nos ha muerto un familiar. Y en ese momento, nuestro mundo se derrumba, y se descompone en cachitos pequeños. Y entonces, no nos reconocemos. Nos volvemos un extraño de nosotros mismos. Y entonces hay una pregunta que se filtra dentro de tu piel, y empieza a repiquetear en tu cabeza: ¿Y ahora qué? ¿Y ahora qué? ¿Y ahora qué? Ahora es tiempo para ti. Tiempo para regalarte. Para cuidarte y mimarte. De darte besos y abrazos. Para hacerte un bizcocho. O un zumo de naranja. O andar por la playa con el sol en tu cara. Quizás, si has perdido el trabajo, es el momento para poner ruedas a tu sueño, y que empiece a correr pendiente abajo. Quizás, es hora de hacer ese viaje tan ansiado a esa montaña tan alta. O apuntarte a ese curso de inglés. Haz cosas que te emocionan, esas cosas tuyas, tan tuyas, que te dan paz, y que te dan bienestar, que te ofrecen armonía y serenidad. Porque son el bálsamo para tu alma. Son tu pomada. ¿Y ahora qué? Ahora es tiempo para conocerte. Para reinventarte. Para volver a nacer. Para volver a brillar. Y dicho esto, os dejo un pequeño poema titulado “El amor después del amor”, de Derek Walcott, y así te cantes a ti mismo. Llegará el día en que, exultante, te vas a saludar a ti mismo al llegar a tu propia puerta, en tu propio espejo, y cada uno sonreirá a la bienvenida del otro, y dirá, siéntate aquí. Come. Otra vez amarás al extraño que fuiste para ti. Dale vino. Dale pan. Devuélvele el corazón a tu corazón, a ese extraño que te ha amado toda tu vida, a quien ignoraste por otro, y que te conoce de memoria. Baja las cartas de amor de los estantes, las fotos, las notas desesperadas, arranca tu propia imagen del espejo. Siéntate. Celebra tu vida. El viernes estuve con unas amigas en el concierto de Delafé y las flores azules. Maravilloso. Lleno de energía. Electrizante.Están llenos de luz. Son una inyección de adrenalina. Y además, te hacen abrazar la vida. Son “imperdibles”. Por eso hoy, en este frío domingo de Febrero, os dejo está canción, para recordaros, que siempre, siempre, podemos volver a empezar de nuevo. A empezar de cero. ¡Adelante! Venga: empieza a soñar, empieza a caminar, empieza a brillar. ¡Empieza ya! Toqué fondo porque cavé y cavé y cavé,
llegué tan hondo que encontré, encontré... un... te... so... ro... un... te... so... ro... Estamos aquí para: hacer que sueñes, que tengas un sueño, escuchar tus sueños, perder el sueño, hablar en sueños, vivir de sueños, creer en sueños, definir el sueño, lograr el sueño y abrazarlo, sentirlo en tus brazos y perderlo, volver a proyectarlo y empezar a perseguirlo de nuevo, volvemos a empezar de cero. Hacer que sueñes, que tengas un sueño, escuchar tus sueños, perder el sueño, hablar en sueños, vivir de sueños, creer en sueños, definir el sueño, lograr el sueño y abrazarlo, sentirlo en tus brazos y perderlo, volver a proyectarlo y empezar a perseguirlo de nuevo, volvemos a empezar. Hacer que sueñes, que tengas un sueño, escuchar tus sueños, perder el sueño, hablar en sueños, vivir de sueños, creer en sueños, definir el sueño, lograr el sueño y abrazarlo, sentirlo en tus brazos y perderlo, volver a proyectarlo y empezar a perseguirlo de nuevo, volvemos a empezar. hacer que sueñes, que tengas un sueño, escuchar tus sueños, perder el sueño, hablar en sueños, vivir de sueños, creer en sueños, definir el sueño, lograr el sueño y abrazarlo, sentirlo en tus brazos y perderlo, volver a proyectarlo y empezar a perseguirlo de nuevo, volvemos a empezar de cero. |